PEDRO FIGARI
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PEDRO FIGARI por JOSE LINS DO REGO
ACCIÓN, 23VII 58 (Globo, Rio de Janeiro, 19 IX 44)
Me preguntó un amigo, al volver del Río de la Plata, por lo que había visto allá que más me hubiese conmovido o mejor, por lo que hubiese de poético en la creación del hombre.
Y yo le respondí sin vacilar: Figari.
¿Y quién es este Figari?
Le dije entonces que era el más grande pintor que yo había visto.
Todos nosotros en las Américas vivimos ignorándonos criminalmente. Miguel de Unamuno ya había afirmado la misma desgracia entre Portugal y España. No sabía mi amigo, un hombre culto, quién era Figari, como pocos brasileños lo sabrán. Y Figari es un asombro, especie de poeta y mago que, por un prodigio de fuerza pictórica, realizó una obra superior a todo lo que los hombres de ciencia, los hombres de gobierno de su tierra, realizaran. Porque lo que este hombre concibió con materias que parecían muertas es un milagro de la Resurrección de los Cuerpos.
Había un mundo muerto, había una tierra que parecía perdida en la distancia del tiempo. Y un hombre, casi en la vejez, atacado de furia creadora, se entregó a una labor de que no hay ejemplo en parte alguna del mundo. Este hombre es un sabio de la historia del arte, es un filósofo de formación positivista, es un jurista, de cuasas dramáticas, es un político del pueblo.
¿Y que hace para ser más que todo lo que aprendiera?
Hácese un rapsoda que no canta; que junta, que arranca de los colores, de las figuras, de las líneas, de las formas, de los ritmos, una vida que es como la vida de las novelas de Prévost, mezcla de realidad y de sueño, connubio de memoria y de hechos que alcanza a las raíces de las cosas.
¿Qué hay de nuevo en Figari?
En él no hay de nuevo ni de viejo, hay como una violencia que no conoce límites, el poder de la poesía, de la poesía de un Homero, de un Virgilio, de savia eterna, de eternidad de Dios.
Podría justificarme, hablando de lo que Figari hizo. Más ¿para qué entrometerme en los refugios del Olimpo, para qué espiar en la intimidades de una musa más fecunda que la de un “Martín Fierro”?
Está en Figari, en las luces de sus lunas, casi azules, en las mujeres de sus fiestas, en las danzas y en los ritos de sus negros, en las sombras de sus árboles, en la simplicidad de sus animales, todo lo que es plástico, todo lo que es color, todo lo que es forma de un mundo que parecía muerto, pero que es vivo y patético como sólo la imaginación de genio podía recrear. Porque la pampa de Figari, la tierra de Figari, las criaturas de Figari se sobreponen a todas las conveniencias y apariencias para asumir, para expresar una auténtica vida que nunca tendrá fin. Fin tendrán aquéllos que en este tiempo trabajan con realidades que parecen de solidez de piedra y son de polvo.
Cuando se ve Figari, o se lee “Don Segundo Sombra” o se escucha “Martín Fierro”, se tiene la seguridad de que hay, en tierra del Sur, una originalidd que es la fuerza de América.
Wikipedia: José Lins do Rego Cavalcanti (Pilar, 3 de junho de 1901 — Rio de Janeiro, 12 de setembro de 1957) foi um escritor brasileiro, considerado um dos grandes nomes da literatura regionalista brasileira.